domingo, 6 de abril de 2008

HISTORIA DE LA POLIFONÍA (6) Siglo XVII

(Obtenida a partir de la página web de la Universidad Católica "San Antonio" de Murcia)


SIGLO XVII

Los primeros decenios del siglo XVII constituyen un período de transición entre el Renacimiento y el Barroco. La música coral sufrirá importantes cambios que desembocarán en la pérdida de la hegemonía del canto coral a capella, a favor de otras formas basadas en un progresivo protagonismo de los instrumentos y del canto solista.

A pesar de que el Barroco nos ha legado un sinfín de bellísimas páginas corales, lo cierto es que desde entonces el coro pasó a ser un elemento más, integrado en el engranaje de la creación musical. La punta de lanza de la nueva concepción sonora la constituye el llamado estilo concertato italiano, que tuvo su primer ejemplo en un género de drama religioso, no litúrgico, denominado ORATORIO.
El oratorio era una composición en la que a unos diálogos cantados por voces solistas se les añadían partes corales. Todo ello, acompañado por un órgano y, con el tiempo, por otros instrumentos. Es la época en que aparece el basso continuo como apoyo armónico del canto.

El primer compositor importante de oratorios fue Ludovico Grossi da Viadana (1564-1645), en Italia. Años después, otra figura destacó en la composición de este género: el francés Marc-Antoine Charpentier (1636-1704).
Italia continuaba iluminando el panorama musical europeo entre los siglos XVI y XVII y allí nació uno de los músicos más relevantes de la historia: el cremonés Claudio Monteverdi (1567-1643).
Con Monteverdi el madrigal italiano alcanzó su máximo esplendor. Su colección de madrigales, recogidos en nueve libros, sus composiciones religiosas y sus óperas, nos muestran a un genio del drama musical. Podemos decir que resulta casi imposible interpretar a Monteverdi sin "escenificar" su música. La alegría, la tristeza, el dolor o el júbilo están claramente expresados en sus pentagramas, consiguiendo siempre crear el clima deseado en cada momento. Monteverdi es, además, el primer autor importante de óperas. Compuso diecisiete, de las que sólo se conservan cinco completas y un fragmento - il lamento d`Arianna - de su ópera "Arianna". Curiosamente, este fragmento se convirtió, tras el oportuno cambio de texto, en la obra religiosa "Il pianto della Madonna", en un momento en que se vió obligado a " sacralizar " sus obras. Sin embargo, cumpliendo sus deberes de Maestro de Capilla, Monteverdi produjo innumerables piezas religiosas con su característico estilo, tales como las "Sacrae Cantiuncula " y una de sus obras más famosas, "Vespro della Beata Vergine". Con Monteverdi trabajó durante algunos años el músico alemán Heinriz Schütz (1585-1672), autor de varias obras policorales, es decir, para varios coros.

Precisamente, la policoralidad se puede considerar como una novedad propia de principios del siglo XVII, si bien es verdad que los músicos venecianos del XVI ya habían experimentado, en alguna ocasión, el uso de dos coros en una misma pieza.

En Inglaterra, el músico más afamado del siglo XVII y cuya obra eclipsó la de todos sus compatriotas fue Henry Purcell (1659-1695). Organista de la abadía de Westminster, Purcell fue un experto en componer música " de circunstancias ", elaborando piezas para fiestas, conmemoraciones y otros actos celebrados en la corte inglesa. A estas composiciones las llamaba odas y en ellas ya se apuntaba el uso del coro como elemento que contribuía a dotar de grandiosidad determinados pasajes, circunstancia que más tarde se haría norma en la obra de Haendel.

España, al igual que Francia, se mostraba bastante conservadora ante los nuevos modos musicales europeos. En conjunto, el siglo XVII español fue bastante parco en lo coral y, sin embargo, especialmente importante en la música para órgano. No obstante, tres autores españoles se significaron en la composición coral: el aragonés Pedro Ruimonte (1565-1627), que nos dejó un interesantísimo trabajo, publicado en Amberes en 1614, con el título Parnaso Español de Madrigales y Villancicos a Cuatro, Cinco y Seis; el valenciano Juan Bautista Comes (1568-1643), autor de un gran número de piezas corales religiosas para coro a capella, y el catalán Juan Pujol (1573-1626), que fue Maestro de Capilla en Barcelona, Tarragona y Zaragoza.
A pesar de la evidente conexión en la obra de estos tres grandes polifonistas con el espíritu renacentista, ya se notan las líneas innovadoras del primer barroco, rasgos que se acentuarán en la música de Joan Cererols (1618-1676), el organista Juan Cabanilles (1644-1712) y los músicos de la capilla real de Madrid: Mateo Romero, llamado Maestro Capitán (m. en 1647), autor de un "Réquiem" para cinco coros de voces diferentes, cada uno de ellos con sus propios instrumentos, y Carlos Patiño (h. 1600). Otro autor también importante en la composición de música religiosa, fue Juan García de Salazar (1639-1710).

La terminología de las tesituras vocales quedan en este siglo configurada con la aparición de los nombres italianos de soprano, contralto y barítono, que añadidas a las voces de tenor y bajo ya conocidas, completan el corpus tesitural que conocemos hoy día.

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