viernes, 4 de abril de 2008

HISTORIA DE LA POLIFONÍA (1) Canto Gregoriano

(Obtenida a partir de la página web de la Universidad Católica "San Antonio" de Murcia)

El Canto Gregoriano
No se puede saber cuando aparece el canto a coro, pero los historiadores lo sitúan, generalmente, en la primitiva iglesia cristiana, donde los fieles acompañaban con cantos las celebraciones de su liturgia. Es lo que conocemos como Canto Llano o Plano. En sus principios dichas melodías eran cantadas en griego hasta que el latín se convirtió en la lengua oficial de la iglesia de los cristianos. Aún en el siglo XVI, algunos polifonistas construían sus obras tomando como punto de partida melodías del canto llano cuyo texto alternaba el griego y el latín.
En el siglo VI aparece un personaje cuya labor por la música ha mantenido su importancia hasta nuestros días: el Papa Gregorio I, El Magno (540-604).
Gregorio I hizo elaborar un antifonario de música y textos de canto llano, en cuya organización y revisión participó personalmente. Algunos teóricos incluso aseguran que algunas de las melodías contenidas en dicho antifonario son composiciones originales del propio Papa, lo que no es de extrañar si, como cuentan los historiadores, él mismo era un experto compositor. Lo cierto es que, a partir de la difusión de este antifonario, el canto llano comenzó a ser conocido con el apelativo de CANTO GREGORIANO.
Gregorio I no sólo se limitó a la confección del libro de cantos, sino que fue el creador de la Schola Cantorum – escuela de cantores- de Roma, punto de partida de las scholae cantorum, que podemos considerar como los primeros coros organizados de la historia. En ellas se enseñaba a niños y monjes el arte del canto, que se ejecutarían en las celebraciones litúrgicas.
El canto llano o gregoriano se ejecutaba en forma homofónica, es decir, al unísono o a la octava, sin acompañamiento instrumental, y todas y cada una de las partes de la liturgia de la iglesia romana tenía su canto específico: salmos, himnos, responsorios y misas con sus correspondientes divisiones: Kyrie, Gloria, Credo, Sanctus/Benedictus y Agnus Dei.
No obstante, la misión de los cantos no era otra que la de embellecer el ritual, sin distraer lo más mínimo el acontecimiento principal: la propia liturgia.
Los sistemas de notación durante la época de Gregorio I eran diversos, siendo los más frecuentes: la alfabética, creada por los griegos. Consistía en representar mediante letras, en el mismo orden del alfabeto clásico, los sonidos de la gama cromática en sentido descendente; la neumática, que indicaba por medio de signos el movimiento ascendente o descendente de la melodía; y la diastemática, que también por medio de signos indicaba distancias sonoras, es decir, intervalos.
De todo ello se deduce que los cantores debían aprender de memoria todo el repertorio litúrgico y el Maestro de Capilla imaginar la altura del sonido inicial por el que se regirían los siguientes. En este sentido, conviene aclarar que la notación cuadrada con que conocemos el canto gregoriano, apareció a principios del siglo XIII.

No hay comentarios: