SIGLO XIX
La socialización del arte coral se vio favorecida por los ideales del romanticismo, basados en una libertad creativa artística en la que predominaba el sentido universal de las cosas, como patrón de la escala de valores. El romanticismo tuvo en Alemania su principal bastión. El primer músico considerado romántico fue Ludwig van Beethoven (1770-1827), cuya música coral es bastante compleja y poco apta para coros no profesionales. Sus más importantes aportaciones corales se encuentran en su "Missa Solemnis", su "Fantasía Coral" y el coro final de su Novena Sinfonía.
Discípulo de Beethoven fue Franz Schubert (1797-1828), que compuso un buen número de motetes y otras piezas religiosas para coro en un estilo a caballo entre la complejidad ' beethoveniana ' y una emotiva sencillez, que acabaría imponiéndose en la producción musical posterior. El lied, es decir, la canción alemana, sería una fuente inagotable de creaciones corales. Dos músicos alemanes destacan entre los demás: Félix Mendelssohn (1809-1847) y Johannes Brahms (1833-1897), cuya música vocal está considerada como lo más interesante de su producción, aunque no lo más conocido.
Lo conjuntos corales alemanes más prestigiosos eran los Männerchor, coros de voces de hombres, que pronto vieron ampliar su repertorio con las piezas que especialmente dedicadas a ellos compusieron los músicos de la época.
A los autores ya citados hay que añadir los nombres de Richard Wagner (1813-1833) por la importancia del coro en sus operas, el austríaco Anton Bruckner (1824-1896), autor de una importante producción coral religiosa, y el bohemio Gustav Mahler (1860-1911), cuya octava sinfonía, llamada 'de los mil', exige la participación de mil ejecutantes entre instrumentistas y cantores.
El siglo XIX fue para Francia una época floreciente, y París se convirtió en paso obligado para todo músico que deseara triunfar. Es el llamado periodo de la "gran ópera francesa", cuyos dos primeros personajes fueron el italiano Gioacchino Rossini (1792-1868), que además de componer un buen número de óperas fue autor de una excelente obra coral: la ' Petite messe solemnelle ', y el alemán Giacomo Meyerbeer (1791-1864).
Uno de los "conquistadores" de París fue el húngaro Franz Listz (1811-1886), y aunque no muy conocida, tiene una amplia obra coral religiosa en la que destaca su oratorio ' Christus', y un muy poco conocido "Réquiem" para voces graves.
Pero Francia también tuvo una importante nómina de músicos autóctonos, entre los que citaremos a Hector Berlioz (1803 -1869), amante de la grandiosidad en la ejecución de su música. En la interpretación de su "Réquiem", sugiere la participación de unos setecientos cantores aproximadamente. Claro ésta megalomanía fue superada por Mahler, como ya hemos comentado. Además de Berlioz, figuran otros dos importantes músicos franceses: Charles Gounod (1819-1893) y el organista Cesar Franck (1822-1890).
Italia continuó en la línea de la ópera, y la mayor parte de la música coral italiana del XIX se encuentra en ella. Sus autores más destacados, además de Rossini, que trabajó en París, fueron Gaetano Donizetti (1797-1848), Vincenzo Bellini (1801-1835), y el más famoso de todos, Giuseppe Verdi (1813-1901), cuyos coros de óperas están llenos de emotividad. Verdi era un apasionado de la música coral y compuso varias obras para coro a capella como su bellísimo " Ave María" a cuatro voces, utilizando la escala enigmática.
También en el siglo XIX conoció en Rusia una actividad musical muy interesante, y aunque casi todos los autores rusos compusieron obras corales, destacaremos la importancia del coro en la ópera "Boris Godunov" de Modeste Mussorgski (1839-1881) y la importante colección de piezas para coro de Piotr Ilich Tchaikovsky (1840-1893).
En España, en el siglo XIX no tuvo una especial significación desde el punto de vista coral. La música española, influenciada por el estilo italiano, no tuvo un carácter nacionalista hasta bien entrado el siglo, con la aparición de Manuel de Falla (1876-1946). Sin embargo, la aportación de Falla a la música coral es muy escasa.
Mediado el siglo, sobresale la figura de Hilarión Eslava (1807-1878). Compositor y, tal vez, el primer musicólogo español, Eslava compuso algunas piezas religiosas para coro, como un ' Miserere' en el que se nota la influencia italiana que antes comentábamos. Su trabajo mas importante fue la publicación de una valiosa colección de música española de los siglos XVI al XIX, con el título Lira Sacra Hispana.
Siguiendo sus pasos, y ampliando aún más el estudio de la música antigua española y las raíces de nuestro folclore, se encuentra Felipe Pedrell (1841-1922) también musicólogo y compositor. A él se debe la publicación Hispaniae Schola Musica Sacra y la edición de la Ópera Omnia de Tomás Luis de Victoria. Pedrell tuvo una especial significación en la revitalización de nuestra música popular y sus trabajos fueron fundamentales en el ánimo de los músicos españoles, que mas tarde lograron crear una ópera nacional: la Zarzuela.
Nombres como Tomás Bretón (1850-1923), Francisco Asenjo Barbieri (1823-1894), Federico Chueca (1846-1908) y Ruperto Chapí (1851-1909), encabezan una larga lista de compositores de óperas o zarzuelas de marcado acento costumbrista y en las que, alguna forma, hace acto de presencia la música coral.
Otros autores cuya producción coral merece ser destacadas son: Vicente Goicoechea (1854-1916) y Nemesio Otaño (1880-1956), ambos religiosos.
El fenómeno orfeonístico tuvo en España una figura fundamental: el músico catalán José Anselmo Clavé (1824-1874). Fundador del Orfeón LA FRATERNIDAD, en Barcelona, Clavé impulsó firmemente la creación de coros populares y participó activamente en la organización de festivales corales. En uno de ellos consiguió reunir a 57 sociedades corales con un total de 2000 cantores. Con Clavé se inicia, pues, la puesta en marcha de los coros españoles.
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